Friday, February 25, 2011

Marinetti y la expansión de la velocidad en el arte

En 1909, Marinetti publicaba el Manifiesto futurista en Le Figaro, en el que entre otras cosas afirmaba que:

"la magnificiencia del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad. Un automóvil de carreras con su capó adornado de gruesos tubos semejantes a serpientes de aliento explosivo..., un automóvil rugiente parece correr sobre la metralla, es más bello que la Victoria de Samotracia."

El arte futurista resultó ser finalmente menos revolucionario de lo que el primer manifiesto predecía; sin embargo, las palabras de Marinetti se consideran hoy el principio de las vanguardias, y provocaron un giro copernicano en el resto de movimientos posteriores, en especial el término de velocidad. La velocidad por la velocidad es el modus operandi del mundo moderno, aquello que explica la increible sucesión de escuelas artísticas que se influyen y rechazan mutuamente. La tecnología sirvió pues como una base en donde sustentarse todo un nuevo corpus teoríco sobre lo que debe ser el arte. La gran diferencia con los siglos precedentes es que ahora la distancia entre movimiento y movimiento no va a ser de una centuria, sino de unos pocos años: el salvajismo de los fauvistas pronto caduca para dar paso a los experimentos cubistas,que pronto da paso a los experimentos surrealistas, y así sucesivamente. A lo largo de treinta años, se produce una aceleración exponencial del tiempo que parece comprimir más bien cientos de años. Sin embargo, los futuristas no pretenden destruir el viejo arte para imponer uno nuevo que se eternice en un nuevo canón, sino que invocan su futura autodestrucción por las generaciones posteriores, que deben actuar de la misma manera que ellos lo hicieron con sus antepasados. Se trata de un proceso en que el cambio es eterno y en el que el nomadismo se ha convertido en una condición intrínseca al proceso artístico.

La velocidad cambió todas las reglas de juego. En términos de Javier Álvarez, el ámbito tecnosocial determinó profundamente la estructura a venir. Las consecuencias fueron drásticas, y hoy más que nunca Marinetti nos resulta profético. Como en todo proceso histórico, las revoluciones no existen, sino que más bien se tratan de procesos que se extienden por el tiempo y que poco a poco se van concretado. De la misma manera que Borges ya vaticinaba a mediados del siglo XX la escritura hipertextual del presente, Marinetti hizo lo propio con las estructuras que hoy rigen el arte del XXI. Sobre los cambios operados en el objeto artístico ya han hablado otros autores, como Benjamín, McLuhan o Berger, y entre las ideas que han manejado nos encontramos con la de la pérdida del aura hasta la reivindicación de otras maneras de percibir la obra de arte frente al imperio de lo visual - nótese, por poner un ejemplo, la importancia del tacto en el arte matérico. No voy a detenerme sin embargo en estos conceptos ahora, sino que me gustarías señalar algunas aportaciones de mi propia cosecha que ha supuesto la velocidad.

En primer lugar, se ha roto la tradicional relación autor – receptor. En un mundo donde las obras circulan a una velocidad increible – por ejemplo, una fotografía que es publicada en un medio digital se transmite casi instantaneamente hacia otros periódicos, que a su vez lo envían a otros, y así consecutivamente en una dirección ya no unilinear, sino en forma de fractal. El autor, en cierta manera, pierde el protagonismo del que antes gozaba, debido a que la increible distancia recorrida por la obra hace que prácticamente el espectador que la percibe ignore su procedencia. La causalidad no es hoy evidente, y por lo tanto el significado de la obra no depende enteramente del mundo del creador-artista, sino que el repector o re-creador ha cobrado un papel determinante. En cierta manera, la obra obtiene vida propia, en tanto en que se independiza de las exigencias del creador, y se convierte en un ente orgánico que evoluciona y se adapta en función de las opiniones de los receptores.

Con la ruptura de la causalidad, se produce un efecto secundario: se socava la idea de propiedad. La velocidad y la multiplicidad de su difusión, unido a la destrucción de la autenticidad de la que hablaba Benjamín y a su producción en masa permite que la obra de arte adquiera una autoría comunal, y que afecta directamente a las concepciones clásicas de derechos de autor. Hoy en día todos somos autores o prosumers.

En tercer lugar, y quizás debido a la pérdida del concepto de autoría en la obra de arte, el artista se erige el mismo como una obra de arte. Es su personalidad, y no la materialización de sus ideas, lo que le hace interesante. Sin embargo, su identidad tampoco puede escaparse a la vorágina de la velocidad, y la mutabilidad se convierte en una condición moderna de su ser. La existencia precede a la esencia, que diría Sartre. Aquí de nuevo podemos trazar paralelismos poderosos entre la tecnología y las ideas: las redes sociales permiten este eterno cambio, en el que el cambio de identidad se permite a través de un sencillo cambio de estado, de nick, de avatar, etc. Autores como Andy Warhol son auténticos paradigmas de este nuevo modo de ver las cosas.

Muchos de estos conceptos hoy aún se estan explorando. Curiosamente, hasta hace muy poco tiempo todas estas innovaciones se estaban transladando a formatos ya anticuados, y que no permitían su explotación. Por poner un ejemplo, la masificación y la ruptura de la causalidad unilineal no se han podido desarrollar adecuadamente hasta que han surgido nuevos formatos como Internet, y aún así, se podría argumentar que únicamente en las versiones más recientes de Internet, el llamado 2.0 – pues los primeros intentos no eran otra cosa que sencillos volcados de información a un nuevo contexto sin una adecuada adaptación.. La idea del hipervínculo resta hoy todavía como uno de los recursos más prometedores para los artistas. De esto habla precisamente Álvarez en Ciberciudadanía, cultura y bienes públicossolo que aplicado al mundo de la e-administración. El tercer entorno resta todavía un terreno por explorar, una especie de Lejano Oeste que queda por conquistar.

Álvarez habla en su conferencia de las disciplinas sociales hoy en día se encuentra doblemente mediatizados por la tecnología: en primer lugar, en tanto que influyen a la génesis de la teoría que sustenta su esqueleto; en segundo lugar, en tanto en que su aplicación también depende de la tecnología. En el caso del arte la primera de las mediatizaciones, como hemos visto, es una realidad; la segunda aún está por despegar. En todo caso, sus potencialidades parecen infinitas, en lo que poco a poco ya se empieza a llamar hipermodernidad.

http://cultura-abierta.blogspot.com/2011/02/semana-1-el-nuevo-marco-tecno-social.html

Wednesday, February 23, 2011